lunes, 15 de noviembre de 2010

Biografia de Antonio de Montesinos

Biografía
Antonio Montesino ingresó en la Orden de Predicadores en el Convento de San Esteban de la ciudad de Salamanca, donde realizó todos sus estudios. Al concluir su año de noviciado hizó su profesión como religioso dominico el 1 de julio de 1502. Posteriormente, al terminar sus estudios de teología y ya ordenado sacerdote fue asignado al Real Convento de Santo Tomás de Avila en 1509, de reciente construcción, en compañía de fray Pedro de Córdoba, fray Bernardo de Santo Domingo, fray Tomás de Fuentes y fray Domingo Velázquez .

En 1510 formó parte del primer grupo de misioneros dominicos que se embarcaron con destino al Nuevo Mundo, luego de obtener la Real Cédula con fecha de 11 de febrero de 1509, que les concedía el pase a Indias de 15 religiosos y 3 personas laicas. El primer grupo de dominicos conformado por fray Antonio de Montesinos, fray Pedro de Córdoba, fray Bernardo de Santo Domingo y fray Domingo de Villamayor, arribó al puerto de Ozama, Santo Domingo, Isla La Española, en los postreros días del mes de septiembre de 1510. En sucesivas expediciones llegaron los demás religiosos hasta completar el número de 15 frailes.

Riguroso religioso observante de gran virtud y de sólida y sobresaliente energía, se preocupó en defender con gran valor a los indios. Predicó por encargo de su comunidad religiosa los famosos sermones del 21 y 28 de diciembre de 1511. Regresó a España en 1512 para informar al rey sobre la doctrina que defendían los dominicos en la Isla La Española. Trabajó como misionero en la Isla La Española y en la Isla de San Juan (Puerto Rico), donde se quedó gravemente enfermo en la primera expedición de los dominicos a Tierra Firme (Venezuela) en 1514, para regresar después a la ciudad de Santo Domingo, luego de haber fundado un convento en 1515. Viajó de nuevo a España por septiembre de 1515, en negocios de su comunidad. En 1521 fundó un convento en la ciudad de San Juan Bautista de la Isleta, junto a otros cuatro religiosos de su Orden, base de la primera universidad en Puerto Rico fundada en 1532. Fue el predicador en el entierro de su compañero de lucha, fray Pedro de Córdoba, el domingo 5 de mayo de 1521, fiesta de Santa Catalina de Siena, para su predicación escogió el Salmo 133 (132): «Qué bueno y agradable, cuando viven juntos los hermanos».

Finalmente, le encontró la muerte en Venezuela el 27 de junio de 1540. No se sabe con exactitud cómo murió, en el Libro Antiguo de Profesiones, al margen de la nota de su profesión, esta escrita: «Obiit martyr in Indii»; y en el mismo convento de San Esteban de Salamanca, a la entrada del refectorio, se halla rotulado por mártir Biografía
Antonio Montesino ingresó en la Orden de Predicadores en el Convento de San Esteban de la ciudad de Salamanca, donde realizó todos sus estudios. Al concluir su año de noviciado hizó su profesión como religioso dominico el 1 de julio de 1502. Posteriormente, al terminar sus estudios de teología y ya ordenado sacerdote fue asignado al Real Convento de Santo Tomás de Avila en 1509, de reciente construcción, en compañía de fray Pedro de Córdoba, fray Bernardo de Santo Domingo, fray Tomás de Fuentes y fray Domingo Velázquez .

En 1510 formó parte del primer grupo de misioneros dominicos que se embarcaron con destino al Nuevo Mundo, luego de obtener la Real Cédula con fecha de 11 de febrero de 1509, que les concedía el pase a Indias de 15 religiosos y 3 personas laicas. El primer grupo de dominicos conformado por fray Antonio de Montesinos, fray Pedro de Córdoba, fray Bernardo de Santo Domingo y fray Domingo de Villamayor, arribó al puerto de Ozama, Santo Domingo, Isla La Española, en los postreros días del mes de septiembre de 1510. En sucesivas expediciones llegaron los demás religiosos hasta completar el número de 15 frailes.

Riguroso religioso observante de gran virtud y de sólida y sobresaliente energía, se preocupó en defender con gran valor a los indios. Predicó por encargo de su comunidad religiosa los famosos sermones del 21 y 28 de diciembre de 1511. Regresó a España en 1512 para informar al rey sobre la doctrina que defendían los dominicos en la Isla La Española. Trabajó como misionero en la Isla La Española y en la Isla de San Juan (Puerto Rico), donde se quedó gravemente enfermo en la primera expedición de los dominicos a Tierra Firme (Venezuela) en 1514, para regresar después a la ciudad de Santo Domingo, luego de haber fundado un convento en 1515. Viajó de nuevo a España por septiembre de 1515, en negocios de su comunidad. En 1521 fundó un convento en la ciudad de San Juan Bautista de la Isleta, junto a otros cuatro religiosos de su Orden, base de la primera universidad en Puerto Rico fundada en 1532. Fue el predicador en el entierro de su compañero de lucha, fray Pedro de Córdoba, el domingo 5 de mayo de 1521, fiesta de Santa Catalina de Siena, para su predicación escogió el Salmo 133 (132): «Qué bueno y agradable, cuando viven juntos los hermanos».

Finalmente, le encontró la muerte en Venezuela el 27 de junio de 1540. No se sabe con exactitud cómo murió, en el Libro Antiguo de Profesiones, al margen de la nota de su profesión, esta escrita: «Obiit martyr in Indii»; y en el mismo convento de San Esteban de Salamanca, a la entrada del refectorio, se halla rotulado por mártir[2] .

Para perpetuar su memoria y su lucha por la justicia en favor de los indígenas del Nuevo Mundo, fue colocado una gran estatua suya en actitud de grito, en el paseo marítimo (Malecón) de la ciudad de Santo Domingo (República Dominicana), frente al mar Caribe. La estatua de piedra y bronce, de 15 metros de altura, diseñada por el escultor mexicano Antonio Castellanos Basich, fue donado al pueblo dominicano por el gobierno mexicano e inaugurado en 1982 por los presidentes de México y la República Dominicana.

[editar] Defensa del indio
Al poco tiempo que arribaron al Nuevo Mundo, los frailes dominicos pronto tomaron conciencia de la situación de los indios tainos, por el trato inhumano que recibían de parte de los colonizadores y encomenderos, después de deliberar en comunidad tomaron conjuntamente la decisión de denunciar públicamente. Nombraron como su portavoz a fray Antonio Montesino para pronunciar el sermón del 21 de diciembre de 1511, en contra de la encomienda y la esclavitud de los nativos. Montesino proclamó a los conquistadores «que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes»[3] . El sermón causó el desasosiego de los conquistadores y autoridades que estaban presentes, entre ellos el gobernador Almirante Diego Colón, y la reacción en contra de los frailes, a quienes quisieron reprenderlos y exigirles a desdecirse públicamente de sus afirmaciones. Sin embargo, en el sermón del siguiente domingo fray Antonio Montesino ahondo aún más su predica anterior, como habían acordado en comunidad.

Las protestas de las autoridades de la Isla La Española llegaron a la Corte a través de una delegación acompañado por el vicario de los franciscanos. El rey Fernando el Católico al enterarse de lo sucedido se quejó al provincial de los dominicos en España y pidió sanciones para los dominicos de la Isla; y además mandó amenazar con regresarlos. Mientras tanto en la Isla los españoles les negaron el sustento y les amenazaron con embarcarlos a España.

El provincial fray Alonso de Loaysa también les amonestó, a través de tres cartas, les conmina a modificar su forma de predicación y les amenaza con no dejar pasar más frailes a la Isla. Los frailes dominicos, a pesar de las presiones y amenazas, no se amedrentan ni cambian de parecer, ya que su doctrina es fruto del estudio de la verdad, unieron el Evangelio al derecho de gentes. Luego de deliberar toman la decisión de envíar al mismo fray Antón Montesino, con este propósito pidieron limosna para los gastos de viaje, algunos les negaron, pero, no faltaron personas caritativas que conociendo sus virtudes les ayudaran.

Llegado a España se presentó a su provincial para informarle de la situación real en la Isla, para luego intentar entrevistarse con el monarca, tarea nada fácil, por los intereses creados en la misma Corte no le querían permitir, ya que habían tomado la decisión de retornarlos a todos los frailes dominicos, al que se opuso el rey; al final, aprovechando un descuido del portero, pudo lograr entrar a la cámara del rey para explicarle la situación real de los indígenas y los fundamentos por los cuales habían predicado de esa manera.

Como fruto de la información de fray Antonio Montesino, el rey «ordena a su Consejo examinar detenidamente las cosas de Indias» y convoca a una junta de teólogos y juristas. Producto del estudio de esta junta se promulgó las llamadas Leyes de Burgos en 1512, el primer código de las ordenanzas para intentar de proteger a los pueblos indígenas, regular su tratamiento y conversión, y limitar las demandas de los colonizadores españoles sobre ellos; sin embargo, en la práctica no fueron acatadas por los encomenderos y las autoridades. Fueron modificadas en las Leyes de Valladolid en 1513, en éstas se reiteraban órdenes reales emitidas previamente requiriendo el buen trato de los taínos y se disponían, además, nuevas maneras de proteger a los naturales de las Indias Occidentales.

Para perpetuar su memoria y su lucha por la justicia en favor de los indígenas del Nuevo Mundo, fue colocado una gran estatua suya en actitud de grito, en el paseo marítimo (Malecón) de la ciudad de Santo Domingo (República Dominicana), frente al mar Caribe. La estatua de piedra y bronce, de 15 metros de altura, diseñada por el escultor mexicano Antonio Castellanos Basich, fue donado al pueblo dominicano por el gobierno mexicano e inaugurado en 1982 por los presidentes de México y la República Dominicana.
Defensa del indio
Al poco tiempo que arribaron al Nuevo Mundo, los frailes dominicos pronto tomaron conciencia de la situación de los indios tainos, por el trato inhumano que recibían de parte de los colonizadores y encomenderos, después de deliberar en comunidad tomaron conjuntamente la decisión de denunciar públicamente. Nombraron como su portavoz a fray Antonio Montesino para pronunciar el sermón del 21 de diciembre de 1511, en contra de la encomienda y la esclavitud de los nativos. Montesino proclamó a los conquistadores «que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes». El sermón causó el desasosiego de los conquistadores y autoridades que estaban presentes, entre ellos el gobernador Almirante Diego Colón, y la reacción en contra de los frailes, a quienes quisieron reprenderlos y exigirles a desdecirse públicamente de sus afirmaciones. Sin embargo, en el sermón del siguiente domingo fray Antonio Montesino ahondo aún más su prédica anterior, como habían acordado en comunidad.

Las protestas de las autoridades de la Isla La Española llegaron a la Corte a través de una delegación acompañado por el vicario de los franciscanos. El rey Fernando el Católico al enterarse de lo sucedido se quejó al provincial de los dominicos en España y pidió sanciones para los dominicos de la Isla; y además mandó amenazar con regresarlos. Mientras tanto en la Isla los españoles les negaron el sustento y les amenazaron con embarcarlos a España.

El provincial fray Alonso de Loaysa también les amonestó, a través de tres cartas, les conmina a modificar su forma de predicación y les amenaza con no dejar pasar más frailes a la Isla. Los frailes dominicos, a pesar de las presiones y amenazas, no se amedrentan ni cambian de parecer, ya que su doctrina es fruto del estudio de la verdad, unieron el Evangelio al derecho de gentes. Luego de deliberar toman la decisión de envíar al mismo fray Antón Montesino, con este propósito pidieron limosna para los gastos de viaje, algunos les negaron, pero, no faltaron personas caritativas que conociendo sus virtudes les ayudaran.

Llegado a España se presentó a su provincial para informarle de la situación real en la Isla, para luego intentar entrevistarse con el monarca, tarea nada fácil, por los intereses creados en la misma Corte no le querían permitir, ya que habían tomado la decisión de retornarlos a todos los frailes dominicos, al que se opuso el rey; al final, aprovechando un descuido del portero, pudo lograr entrar a la cámara del rey para explicarle la situación real de los indígenas y los fundamentos por los cuales habían predicado de esa manera.

Como fruto de la información de fray Antonio Montesino, el rey «ordena a su Consejo examinar detenidamente las cosas de Indias» y convoca a una junta de teólogos y juristas. Producto del estudio de esta junta se promulgó las llamadas Leyes de Burgos en 1512, el primer código de las ordenanzas para intentar de proteger a los pueblos indígenas, regular su tratamiento y conversión, y limitar las demandas de los colonizadores españoles sobre ellos; sin embargo, en la práctica no fueron acatadas por los encomenderos y las autoridades. Fueron modificadas en las Leyes de Valladolid en 1513, en éstas se reiteraban órdenes reales emitidas previamente requiriendo el buen trato de los taínos y se disponían, además, nuevas maneras de proteger a los naturales de las Indias Occidentales.

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