viernes, 23 de abril de 2010

Preguntas para la reflexion

Desde una lectura y análisis reflexivo, responde en la carpeta las preguntas:
1-¿Que nos expresa el Maestro de la Orden, Fr. Timothy Radcliffe, de Catalina y lo afirma Juan Pablo?
2-¿Porque afirmamos que Catalina es Promotora de la Paz?
3-¿Cuál es la postura de ella frente a la Iglesia, que dice de esta?
4-¿En que nos interpela Catalina Hoy Y a qué nos invita?
5- Desde la historia de su vida, enuncie los hechos más significativos de su vida.
6- Desde todo lo aprendido ¿que te deja como mensaje, que nos dice de los amigos?


Crucemos información ¿Que pasaba en Europa esos años?

“Y había muchos que morían en la calle de día o de noche, y otros, aunque morían en casa, notificaban a sus vecinos su muerte con el olor de sus cuerpos corrompidos.”
Bocaccio, Decamerón (1351).
Cuando se evoca el siglo XIV europeo, la imagen que devuelve la historia es la de crisis total. Durante estos años Guerra, Peste, Hambre y Muerte no fueron cuatro jinetes simbólicos que cabalgaban en
el libro del Apocalipsis de Juan, sino la realidad cotidiana con la que Europa despedía al período medieval.
Al comenzar el siglo XIV, el mal clima y las escasas cosechas encarecieron el precio de los productos, haciendo cada vez más imposible que los modestos campesinos accedieran a una alimentación básica y facilitando el debilitamiento de las defensas inmunológicas. Al hambre general pronto se le sumó una guerra devastadora para Inglaterra y Francia: en 1339 comenzó la Guerra de los Cien Años, que contribuyó aún más a debilitar la actividad económica por las grandes pérdidas humanas y la destrucción de los campos.
En estas condiciones, la importante ciudad comercial de
Florencia comienza a experimentar extrañas muertes masivas, y los primeros síntomas de una peste comienzan a manifestarse en 1348. Los barcos que atracan en los puertos italianos, venidos de Oriente, transportan ratas infectadas que, a través de sus pulgas, transmiten la bacteria a la población humana.
Esta enfermedad infecto-contagiosa, se manifestaba de distintas maneras: bubónica (infección a través de la pulga o rata, inflamación de ganglios), neumónica (contagio a través del aire infectado, de una persona a otra) y septicémica (la bacteria se multiplica en la sangre infectando todo el organismo). Los síntomas típicos eran la fiebre, náuseas, sed y cansancio.
Sobre las causas de la peste se especuló mucho, con escasos resultados. Algunos creían que se debía a una corriente de aire procedente del suelo, y señalaban que recientes temblores habían liberado vapores insalubres desde las profundidades. Con el fin de ahuyentar estos aires nocivos, se comenzaron a usar remedios populares como ramilletes de aromas y vapor de especias en los interiores.
Durante el siglo XIV, la medicina se contentaba con
la doctrina antigua clásica, deformada por una dialéctica teórica y poco experimental. Nadie osaba, salvo en Italia y España, recurrir de manera abierta a la ciencia judía y árabe. Por el contrario, para explicar la peste, se prefirió invocar a la conjunción de los astros y la mala reputación de Marte. Los remedios a los que se recurrían los médicos eran contraindicados, como el evitar toda corriente de aire.
Por su lado, la Iglesia y los moralistas creyeron que la Peste Negra era una manifestación de la ira de Dios por los pecados del hombre, por lo que reclamaron una renovación moral de la sociedad. Pequeñas peregrinaciones de hombres con el torso desnudo desfilaban futigándose con látigos sus espaldas en señal de arrepentimiento. Además de estos flagelantes, los temores de la época quedaron plasmados en las representaciones de la
Danza de la Muerte, en las que un esqueleto que representaba la muerte azarosa se llevaba danzando a jóvenes y adultos, ricos y pobres, a todos sin distinciones sociales o religiosas.
Lo cierto es que la mortalidad provocada por la Peste Negra de 1348, calculada en unos 25 millones de personas, se agravó con dos nuevas epidemias en 1360 y 1371, que dificultaron la recuperación demográfica del continente. La población de Europa, que en 1340 se calculaba en 73,5 millones de habitantes, era de 50 millones en 1450. Durante los siguientes siglos, la enfermedad permaneció endémica en la población, y desapareció gradualmente tras 1670, año de
la Gran Plaga de Londres.

Fuentes:
Le Goff, J.: Herejías y sociedades en la Europa preindustrial, siglos XI-XVIII, Siglo XXI Editores, Madrid, 1987.
Perroy, E.: La Edad Media. La expansión de Oriente y el nacimiento de la Civilización Occidental, Ediciones Destino, Barcelona, 1961.
La Danza de la Muerte, códice del Escorial. Grabados de Holbein. Colección Camafeo, Barcelona, 1981.

Conozcamos algo mas de su ESPIRITUALIDAD

Fragmento de Historia de los papas. De Ludwig Pastor.

Una joven y humilde religiosa, como heroica enfermera en tiempo de peste, y como eficaz predicadora de la penitencia, ejerció en los corazones de sus contemporáneos una entrega incalculable: Catalina de Siena. Con penetrante mirada reconoció aquella humilde doncella (que ha de ser considerada como uno de los más admirables prodigios de la Historia del mundo), las culpas que se cometían por una y otra parte, y animada de espíritu, manifestó su persuasión á todos, aun á los más prestigiosos, con una fluidez que conmovía y ganaba los corazones. Como verdadera esposa de Aquél, que vino al mundo para traerle la paz, predicaba ella incesantemente á los contendientes la paz y la reconciliación. «¿Qué cosa hay más dulce que la paz?»; escribía á Niccolò Soderini, uno de los ciudadanos más influyentes de Florencia; «no fué otro el testamento y la última exhortación que dejó Jesucristo á sus discípulos, cuando les dijo: «No se conocerá que sois discípulos míos por los milagros que hiciereis, ó si descubriereis las cosas futuras, ó si manifestas en vuestras acciones de una gran santidad; sino en que os tengáis amor y viváis en paz los unos con los otros». Mi dolor sobre esta guerra, que á tantos de vosotros arruina los cuerpos y las almas, es tan grande, que de buena gana, si fuera posible, sacrificaría mil veces mi vida».

Fuente: Pastor, Ludwig. Historia de los papas. Barcelona: Gustavo Gili, 1910.
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En la carta que el Maestro de la Orden, Fr. Timothy Radcliffe O.P. dirigió a toda la Orden con motivo de la declaración de nuestra hermana, Catalina de Siena, como co-patrona de Europa, citando a Juan Pablo II, afirma que “Catalina entró con paso firme y palabras ardientes, en el corazón de los problemas eclesiales y sociales de su época”. El padre Timothy precisa que Catalina “se dirigió a los gobernantes políticos y religiosos, personalmente o por cartas, y les señaló claramente sus fallos y cuál era su deber como cristianos. No tuvo reparo –dirá- en decir, incluso al Papa, que debía tener valentía y regresar a Roma. Visitó cárceles, cuidó de los pobres y de los enfermos”.

Ella nos plantea serios interrogantes y nos lanza positivamente a bucear en la fuente del Evangelio lo más genuino del mensaje de Jesús en el aquí y ahora de nuestra historia.

Fuente:Timothy Radcliffe Catalina de Siena (1347-1380) Patrona de Europa. Prot. 50/00/140

Catalina ama a la Iglesia, la defiende, y trabaja por su unidad. Pero no permanece ciega ante su realidad de decadencia y corrupción. Se manifiestan en ella su delicadeza de mujer, su capacidad inductiva, su convencimiento y su espíritu de fe, para ponerse en contacto con los Cardenales Italianos y decirles la verdad. Habla con la autoridad que le da el Evangelio. Catalina hoy nos interpela, sus tiempos no fueron fáciles, como tampoco lo son los nuestros. Sin embargo, su figura nos grita con dulzura y con firmeza nos invita a recorrer el camino de retorno a nuestro centro y a dejar que el fuego que ardía en el corazón de los de Emaús, arda en nuestro corazón y nos haga mujeres convencidas y enamoradas; apasionadas y veraces; confiadas en la providencia y audaces en el riesgo atender a la justicia, no vendernos por nada y vivir como verdaderos discípulos de Jesús.

Catalina - Un poco de Historia

Santa Catalina de Siena (1347-1380), religiosa dominica (terciaria), mística y Doctora de la Iglesia, que participó de forma muy activa en los asuntos públicos de su tiempo.
En verdad llamada Caterina Benincasa, nació en Siena el 25 de marzo de 1347 en una familia de escasos recursos económicos. Es probable que aprendiera a leer a temprana edad, aunque no pudo escribir hasta que llegó a ser adulta. Siendo todavía una niña afirmó tener visiones y vivió con gran austeridad. A los 16 años ingresó en la Tercera Orden de Santo Domingo en su ciudad natal (véase Orden de Predicadores), donde destacó por su disposición a la contemplación y por su entrega a los pobres. Muy pronto comenzó a dictar cartas sobre temas espirituales que le proporcionaron todavía más admiración. En 1374 Raymond de Capua, futuro rector general de la orden dominica, se convirtió en su director espiritual, y quedó desde entonces asociado de forma estrecha a todas sus actividades.

En 1376 viajó a Aviñón para intervenir ante el papa Gregorio XI en nombre de Florencia, entonces en guerra con el pontificado. Aunque fracasó en esta misión, le convenció para que regresara a Roma y concluyera el exilio de los papas en Aviñón. Catalina volvió a la contemplación y las obras de misericordia en Siena. Al mismo tiempo, intentó promover la paz en Italia.

Muy afligida por el Gran Cisma de Occidente, que estalló en 1378, viajó a Roma en noviembre para recuperar el apoyo del papa Urbano VI y trabajar por la unidad.

Para Catalina el amigo y el hermano, es un don de Dios, que debía amarse "muy cercanamente, con un amor particular". Creía que la amistad mutua era una oportunidad "para engendrarse mutuamente en la presencia de Dios".
Que ella nos enseñe el arte de amar y vivir en la Verdad.


Murió en esta ciudad el 29 de abril de 1380; su cuerpo está enterrado en la iglesia de Santa Maria Sopra Minerva. Fue canonizada por el papa Pío II en 1461, nombrada Doctora de la Iglesia en 1970 por Pablo VI, y proclamada copatrona de Europa (junto con santa Brígida de Suecia y santa Teresa Benedicta de la Cruz) en 1999 por Juan Pablo II. Su festividad se celebra el día 29 de abril.




lunes, 19 de abril de 2010